lunes, 3 de abril de 2017

Válvulas cardíacas

Para que los ventrículos puedan llenarse con sangre venosa a presiones bajas (0.6-1.1 kPa o 5-8 mm Hg) y posteriormente incrementar la presión intraventricular durante la sístole hasta valores que superen las presiones existentes en las arterias pulmonares (2-4 kD o 15-30 mm Hg) y en la raíz de la aorta (10.6 kPa u 80 mm Hg), es necesario que existan dos pares de válvulas que ocupen los orificios de entrada (válvulas auriculoventriculares) y de salida (válvulas semilunares) de los ventrículos. Estas válvulas se abren y cierran pasivamente y son unidireccionales, es decir, se abren cuando el gradiente de presión empuja la sangre hacia adelante y se cierran cuando la sangre se mueve en sentido retrógrado. Las válvulas auriculoventriculares (AV) permiten que la sangre fluya de las aurículas a los ventrículos. Están formadas por unas valvas de tejido conectivo flexible recubierto de endocardio, que se encuentran ancladas en los anillos fibrosos valvulares y se unen a los músculos papilares ventriculares que parten de la pared del ventrículo a través de unas prolongaciones fibrosas (cuerdas tendinosas) que se insertan en los márgenes libres y en la cara inferior de las válvulas AV. La válvula AV derecha presenta tres valvas (anterior, media o septal y posterior), por lo que se denomina tricúspide, mientras que la situada entre la aurícula izquierda y el ventrículo izquierdo, que presenta dos valvas (anterior o aórtica y posterior), se denomina bicúspide o mitral. La apertura y cierre de las válvulas AV está determinada por las diferencias de presión existentes entre las aurículas y los ventrículos a lo largo del ciclo cardíaco. Durante la diástole ventricular la presión auricular supera a la ventricular, por lo que las válvulas están abiertas, sus valvas caen hacia la cavidad ventricular y permiten el paso de sangre desde las aurículas a los ventrículos. Sin embargo, durante la sístole ventricular la presión ventricular supera la auricular, por lo que las válvulas se cierran y las cuerdas tendinosas de los músculos papilares se ponen en tensión, impidiendo la apertura de las valvas hacia la cavidad auricular y el flujo retrógrado de sangre desde los ventrículos a las aurículas. Las válvulas semilunares, pulmonar o derecha y aórtica o izquierda, presentan 3 valvas, una derecha, una izquierda y una posterior en el caso de la válvula aórtica, y una anterior, una derecha y una izquierda en el caso de la válvula pulmonar. Estas valvas poseen unos bordes algo engrosados, que se adaptan perfectamente entre sí cuando las válvulas están cerradas y, a diferencia de las valvas AV, no se insertan en un anillo fibroso, sino que lo hacen en el borde inferior de tres dilataciones (senos de Valsalva) situadas en el origen de la arteria pulmonar y de la aorta. Durante la sístole cardíaca la presión intraventricular supera la existente en las arterias pulmonar y en la aorta, por lo que ambas válvulas semilunares se abren permitiendo el paso rápido de sangre desde los ventrículos hacia las arterias. Por el contrario, durante la diástole, los ventrículos se relajan y la presión intraventricular disminuye por debajo de la de ambas arterias y las válvulas semilunares se cierran, impidiendo el flujo retrógrado de sangre arterial hacia los ventrículos. Las alteraciones de las válvulas cardíacas dan lugar a cuadros clínicos:
 a) estenosis, en los que las valvas se engruesan y calcifican, lo que disminuye el orificio a través del cual pasa la sangre y obliga a que el corazón tenga que generar más presión en la cámara que está por encima de la válvula estenosada para impulsar la sangre a través de la obstrucción; 
b) insuficiencia, cuando las válvulas no cierran completamente o el orificio valvular se dilata, permitiendo el flujo retrógrado de sangre (regurgitación) a su través.

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